viernes, 15 de agosto de 2014

Transmutación

Como una película, un libro, un dolor de muelas, una clase que nunca acaba y te hace querer dormirte, como una pesadilla que también te llama a dormir pero a no despertar, como un sueño, sin comparación o con demasiadas, simplemente es la vida, una vida o varias. Tiene tantas interpretaciones que uno se pierde, sobretodo cuando no es una constante, cuando no tiene principio y fin como nos quieren hacer creer, cuando nos empeñamos en mirar más allá de lo que nos dicen que es verdad para saber si es cierto o no.

Son pensamientos poco comunes, la mayoría de la gente es demasiado simple como para meditar en ellos, y así les va, esos sí que mueren, mas esas desdichadas personas no son ahora las que nos incumben, ni nosotros a ellas, probablemente estén demasiado ocupados tratando de "vivir" como para aprender a no morir, ver más allá o simplemente aprender algo de la vida que tengo les obsesiona.
Pero hay otros que ya no se plantean qué comer, cómo vestir, qué dirán, porque saben que no sabrán, ni ellos ni los que hablan demasiado, porque la vida tiene cosas más importantes, como el hecho de saber vivir, y parar vivir inevitablemente se ha de cambiar. En las películas son protagonistas que antes de empezar una nueva vida se cortan el pelo, como si aquello las liberase de un gran peso, como símbolo de que han cambiado. En los libros cambian sus actitudes, luchan, reflexionan y vencen, como si fuese sencillo tras saber aquello, pero la vida aunque pueda ser comparada con todo eso no es tan sencilla.

Llega un punto, en el que te miras al espejo y no te reconoces, en el que pese a ser exactamente igual no eres tú, podrías cortarte el pelo, pero no es un cambio así, es una pieza del puzzle de tu persona que no encaja porque no somos un cuerpo, somos lo que vivimos aunque eso nos arrastre al infierno. La pieza nunca encajará. Aunque eso es mentira sólo a la mitad, la pieza no encaja porque es lo primero que a cambiado y ya no puedo volver atrás, no encaja en ese puzzle, pero en otro sí lo hará, cuando cambies por completo y tu antigua existencia dejes atrás.

Aparecerá otra cosa, algo pasado que parece cambiar, pero ¿cómo puede cambiar? Creemos tener el pasado atado, confinado en una caja de cristal que lo aisla de todo, lo podemos ver, observar, contemplar, revivir, casi sentir, pero nunca tocar y con eso nos basta para que siga siendo pasado, pero no es eso lo que cambiar, sino la caja en la que lo vemos y lo que ayer estaba bien hoy está mal, a quien alabábamos ahora maldecimos y el maldito ahora es nuestro rey. Cambios que pueden hacer que el rumbo ya no exista de lo desdibujado que está, porque odias y extrañamos a la vez ciertas cosas que no creemos poder recuperar, lo que era maldición ahora sería un milagro de repetirse y morimos por encontrarlo... morimos... pero quizás no podamos morir.

La muerte tan maltratada, incomprendida, buscada, odiada, idolatrada, admirada, descrita, personificada, decrépita, casi tantas cosas como es la vida y aún así las dos son ignoradas por la mayoría, es una injusticia. Hay a quien la muerte le trae paz, porque se cree que es el final y a quien le aterra, porque es el final, todos piensan en sus vidas, pero si entendiesen la vida sabrían que la muerte es sólo la pérdida del cuerpo y el descanso eterno de la mente, pero si nosotros somos lo que vivimos, los demás son lo que vivieron quizás con nosotros, si nuestras ideas se basan en lo que probamos de los demás y nos gusta, ¿no son los demás las cosas, ideas y opiniones buenas que dejamos en ellos? ¿Y quién podría decir ahora que Shakespeare está muerto cuando sus obras siguen siendo aclamadas, leídas y representadas, cuando esas ideas que mueven las historias viven en otras personas?

Esto puede ser cierto o no, puedes recordarlo y tomarlo como forma de vida o no, hacerme vivir un tiempo más o dejarme en el olvido, el caso es que te escribo, para que sepas que nadie cambia sin motivo.