miércoles, 16 de septiembre de 2015

Lo que he estado haciendo

He dejado el tiempo fluir a mi alrededor, he caminado con él, he reído, lo he respirado, ¿y qué estado haciendo mientras? Que he dejado parte de la vida a un lado sólo para dejar que me golpee después con mucha más fuerza, que me recuerden lo que es sentirse con vida, lleno, pleno, respirando de forma consciente como si de no hacerlo fuese a morir de un momento a otro. La vida, qué cosa más tonta si sólo la sentimos cuando la perdemos o cuando tenemos algo que perder, sólo la disfrutamos con cierto peligro, caminando por el filo de la navaja sabiendo que si presionamos, nos cortaremos el pie. ¿Y qué pasaba con las cosas que sentía y vivía? ¿Las decía? ¿Las gritaba? ¿Las compartía? No, porque no podía, porque nadie lo apreciaría igual y ya no sólo eso, siempre habrá cierto tipo de enemigo que te insultará sólo por no apreciar lo mismo que él, que te hará sentir mal, ignorante, feo... No lo eres. Podrías ser el mejor, el más grande, desde luego no lo serás si no lo crees, ¿qué has estado haciendo?

En medio de esos paseos sin sentido, sólo porque en esos momentos la mente parece fluir en lugar de quedarse bloqueada, cuando las emociones no atacaban la garganta por un momento, pese a estar en silencio, era relajado, no estabas siendo perseguido. Pero sólo era perder el tiempo, tardar más en llegar al destino, para no enfrentarlo, para olvidarlo, como si el aire se lo fuese a llevar sobre las alas. Hasta que fue demasiado y el peso cayó, y te aplastó, y aplastó tu mente y tu cuerpo, tu alma y tus sueños. Luego huir, ya no andar, ni correr, irse lejos del lugar de la desgracia como si no verlo fuese a hacerlo más fácil. Olvidar el fracaso, aceptar que es así, que no se sirve para nada. ¿De verdad has estado haciendo eso? Vaya una pérdida de tiempo.

Y yo, ¿qué he estado haciendo? Caminando por los callejones oscuros del mundo, del alma, a lo profundo del ser humano sólo se llega o por la fuerza o directamente, con un salto hacia ningún lado, a donde dicte la atracción entre las masas. Si estás asustado lo mejor es correr lejos, claro, pero te perderás todo la diversión, todo lo nuevo, los paisajes, las emociones, mucho más intensas de lo que puedas recordar jamás, la vida constante, fluyendo, vida que se vive y se respira, en los entresijos e intestinos de tu propio ser se encuentra lo que guía a ese lugar. Es extraño abrirse a uno mismo, mirarse por dentro, aceptarse como único de medio para olvidar todas las tonterías que te dijeron, esas sobre las que te tenías que preocupar porque era lo que hacía el resto. Acabar obteniendo la libertad no sólo de ver, sino de ser, de creer no en algo ajeno o en los demás, sino en uno mismo. Todo por cosas tan tontas y simples como "ve a por ello, parece que te interesa", todo porque alguien, lo que ha estado haciendo, ha sido ayudar.

lunes, 3 de agosto de 2015

Lo que jamás harán

Te dirán que te quieren, te dirán que lo que dicen lo hacen por tu bien, que tan sólo se preocupan, que no te quieren hacer daño, que no deberías molestarte, que por qué te enfadas porque se te diga algo por tu bien, que deberías apreciarlo, que eres malo por ser así, que les entiendas. Te dirán tantas cosas que ya no sabrás cuáles son ciertas, y no lo sabrás porque lo que jamás harán será demostrarlo. No les culpes, no es que no quieran, es que no pueden. Hablan sin escuchar, sin pensar, sin querer en el fondo lo mejor sino lo que ellos creen que es. Pero no te preocupes, tú serás el malo siempre y si les dices esto... serás aún peor, un insensible que les hará llorar porque la gente no acepta que en lugar de perfectos, son unos incompetentes.

Es confuso sentirse así, creyendo que se hace el mal por reclamar aquello que en teoría los demás persiguen: tu bien. ¿Por qué ocurre semejante injusticia? Bueno, no es cuestión de ser desagradable, pero simplemente o los demás son idiotas o da por seguro que en verdad no les importas. En verdad a nadie le importa nadie pues hasta los que hacen el bien esperan sentirse bien por ello, más bondadosos, más puros, más santos, un poco menos perdidos. Todo el mundo mira por su beneficio es por eso que te dirán, pero jamás harán y cuanto tu digas, se ofenderán. Siempre debe haber un malo en las películas, mas nadie quiere tener el papel y se lo echa al otro o a un tercero no presente, que siempre será más fácil que dicha persona no se defienda y por tanto a nadie le importe si se dijo o se dejó de decir lo que era o dejaba de ser.

Nadie sabrá ni apreciará lo bueno que hagas por ellos a sus espaldas, porque raro es el caso en el que la gente se reúne para comentar las bondades de los demás y no las propias, no vaya a ser que otra persona resulte ser mejor que nosotros. La gente no sabe mirarse al espejo y llamarse bocazas, imbécil o lo que sea, se sentirían demasiado mal, porque son todos muy delicados y pobrecitos, ¿qué van a hacer ellos mal con la buena voluntad que dicen tener? Y esa es la mayor mentira de la historia: querer es poder, pero no hacer. No porque queramos hacer algo así significa que lo estamos haciendo o que sea suficiente, dependerá siempre del cómo, de la realidad detrás de esa voluntad. No podemos decir que por querer hacer algo bueno, lo estemos haciendo y es lo que siempre confundimos, que por querer estudiar más, ya lo estemos haciendo. Hay que hacerlo y ver cómo se hace, quizás no con más tiempo sino con más esfuerzo, buscando un cómo más adecuado. Ahí surge el problema.

Nos conocemos muy bien, levamos toda la vida con nosotros mismos así que no podemos dudar de eso, ¿y los demás? Ahí siempre metemos la pata, asumimos, pensamos, creemos, ¿preguntamos? No, que eso es de tonto y hemos dicho que no podemos admitir que no siempre uno es un genio. No conocemos a los demás, lo que necesitan, lo que les duele, no siempre al menos y actuamos y entonces les decimos que lo hacíamos porque queríamos ayudar, porque queremos a esa persona, pero no la queremos lo suficiente como para rebajarnos a preguntar qué es lo que necesitan, lo que les molesta, lo que, en general, no entendemos. Decimos lo que jamás haremos, porque las pocas personas que hacen, no lo suelen anunciar.

jueves, 23 de julio de 2015

El fantasma de mis sueños

¿Eres tú? Qué tontería, si tú ya no existes. Una vez estuviste aquí, entre los mortales, como algo mucho más elevado, lo cierto es que siempre debiste vivir en el Olimpo, aquel que era tu hogar natural, a lo que podía llamar casa, con los que podías llamar hermanos. Una lástima que las historias nunca se detengan, un regalo en verdad. El tiempo que fuiste humano, ¿llegaste a sangrar? ¿A sentir? Un fantasma, una estatua griega, el David. No fuiste más que eso, algo con lo que soñar, que rozar con la punta de los dedos y jamás alcanzar. un sueño imposible, qué cruel fuiste en aquel momento. No existías, no eras nada, podías haber sido cualquier cosa y ni entonces me permitiste tocarte. Una presencia constante, te colaste en mi mente y te instalaste, ¿por qué? ¿Para qué? Ir a un lugar, a otro, sin dejar de verte, cegándome para que no viese el resto del mundo mientras este se caía a pedazos e intentaba herirme.

Te hiciste tan real, pudo tocarte, pude bailar bajo la luna contigo, pudo sentir el frío helado que desprendes junto al fuego, me dejé llevar por todas esas palabras, todos esos juegos de niños destinados a aprender, a fijarse, a crecer en aquella época. El dolor que vino después, la constante decepción que causa el genio perdido en las emociones, la dureza de tener que soportar los golpes por ambos. Tuve mi recompensa, no lo negaré, te arranqué tiempo y vida, casi te hice humano durante un segundo, al ese que fue el robot de frías emociones con algunos porque no podía enseñarlas mientras que casi caía en la locura.

Y luego te fuiste, y otro apareció. Aún más imposible, más perfecto, ¿eso existe? Pareció hacerlo durante un tiempo, con esas piezas tan bonitas de los rompecabezas que disfrutábamos tanto de resolver. ¿Y si se hizo real y no lo vi? Qué más da si me abandonó, se fue volando a un lugar tan lejano como pudo, los motivos, las situaciones. Lo quemé con todo y pese a todo aún me pregunto si fue real o una mera ilusión más, nada encaja del todo y podría perder la cabeza, que ella misma se aleje de mí, ¿dejará mi cabeza de apreciarme? No sé que le hice, quizás se cansó de pensar, de ser lógica, quizás quiera viajar y ver si encuentra sus estatuas, sus figuras perfectas que ni existen ni se dejan tocar. ¿Por qué no apareciste después? Creía que lo volverías a hacer, que no me abandonarías de una forma tan cruel y ruin, que estarías aquí cuando necesitase de nuevo tu ayuda, ¿no era ese el trato, compañero de viaje? Con un título más elevado de lo esperado y te vas igualmente, ¿qué me hubieses dicho ahora? ¿Qué historia contarías de tu infinita juventud?Recuerdo parte aún, pero a dejado de sonar igual, ya no hablas por las noches fantasma, ya no recuerdo de qué forma articulabas tus mensajes, tu calma eterna, lo cierto es que te extraño y me has abandonado. Igualmente cada historia sigue hasta su fin.

miércoles, 22 de julio de 2015

Lo que no me contaron de las montañas rusas

Todo el mundo dice las misas cosas, todos dan las mismas explicaciones y cuentan las misas experiencias. Eso aburre, cansa, condiciona, simplifica y lo peor de todo, es que también ciega. Con sus bonitas palabras, sus adornadas frases, su positivismo y vivacidad, con todas esas cosas que jamás deberían salir de los cuentos de hadas. Te dicen lo que les han dicho y lo que ellos mismos quisieron escuchar en su tiempo. Que todo es fácil, que se hace sobre la marcha, que irá bien, que el miedo es normal al principio, ya se pasará si todo son etapas, la gente lo hace todos los años, todo el tiempo, en todo momento y lugar, ¿por qué le temes a la caída?

Nadie habla de la realidad, de las vísceras, del dolor, de la tensión que te lleva a un estado tan complejo que tan sólo las emociones más radicales, extremas y crudas te pueden sacar de él. Y que luego se pregunten la adicción de ciertas personas por ciertas cosas. Ironía, comedia, absurdo.

Se habla de lo que no se sabe y sólo de lo que se cree. Se hace creer, que es lo peor. ¿Confiarse? Puede hacerse, es tan fácil como encontrar una luz y apagarla, cualquiera puede hacerlo, ¿y cómo vemos después el camino? Son ánimos que nos empujan a andar por un suelo que desconocemos, hacia un destino incierto como dicen tantos tópicos ciertos que criticamos. Sabemos lo que queremos, cogemos el primer autobús. Vamos dando tumbos de un lugar a otro hasta encontrar eso que algunos llaman destino, hogar, lo que sea. Creemos que tenemos todo el control, porque nos han dicho que es fácil, subimos, subimos y subimos. Sin temor a la caída de la montaña porque nos dicen que no duele, que el descontrol es divertido, que en verdad esta pensado y sólo tienes que cerrar los ojos y dejarte llevar, ¿te atreves a hacerlo? ¿Puedes hacerlo?

La ironía de estas palabras puede salirse de la medida, para unas cosas tanto y para otras tan poco, el sentido, el contexto, el sentimiento que crece y que se ve arrancado o regado es decisión pasada y presente. Pero siempre será cierto, que lo que se callaron, será más y dice más, que lo que nos dijeron.

sábado, 11 de julio de 2015

Gritos internos

Me siento y miro el tiempo pasar. 
Respiro lentamente intentando calmar mi mente.
Cierro los ojos para irme a algún lugar en el que poder soñar.
Cambio de escenario y me olvido de los demás.

No quiero estar aquí.
No puedo ir a otro lugar.
Deseo ser libre.
¿Tendré que robar mi libertad?

Cambia el viento, pero no el rumbo de mis pensamientos.
¿Y tú? ¿Dónde estás?
Nadie viene a ayudarme.
Siento que me falta el aire.

Grito y grito, jamás dejo de gritar.
Mi mente se queja pues sólo ella escucha.
Sé que los demás no prestan atención.
Sigo gritando, me falta el aire.

Un ruido en la lejanía me alerta.
¿Vienen a buscarme?
Soy la presa en esta caza.
Todos ven algo malo en mí.

¿Qué hecho?
Tonta pregunta.
¿Qué haré?
Ni yo lo puedo saber.

Nadie viene en mi sustento.
Nada oigo ni oiré.
Perdida, ahogada, maltratada y muda.
Nadie ve, nadie escucha, todos hablan.

"Detesto la vida, deseo la muerte".
Deseos de Fausto.
Tonterías de la gente.
Detesto la gente, quiero mi vida.

miércoles, 1 de julio de 2015

Lo que sé ahora

A veces perdemos la cuenta del tiempo que ha pasado, de los días es lo normal en verano, de las semanas cuando trabajamos, pero de lo años perdemos la cuenta toda la vida, incluso aunque los contemos uno por uno y los celebremos. No es que contar no sea lo nuestro, el motivo por el que nos olvidamos de estas cosas es desconocido y la verdad, ¿acaso importa? Si no fuese porque nos olvidamos de los años, porque creemos que estamos atrapados en una rueda que gira con su rutina y monotonía jamás podríamos disfrutar y apreciar algo nuevo, jamás tendríamos crisis personales. Y eso es lo que sé ahora, que la vida es ir de una crisis a otra. Nos movemos dentro de una constante, de lo que nos dicen que debemos hacer, de pequeños nuestros padres, de mayores la sociedad. ¿Alguna vez hacemos lo que queremos? Dentro de unos límites por supuesto, pero ¿qué es lo que pasa si cuando lo que nos enseñaron de golpe parece roto, confuso, incierto y una nueva realidad se abre frente a nosotros? Ahí tenemos, una crisis, la ruptura entre la realidad pasada y una nueva, y no son tiempos que se deban temer, sino abraza y aceptar porque tan sólo son la oportunidad de hacer algo, de cambiar algo y de ir a mejor.

Nos asustamos porque a nadie le gustan los cambios, no queremos cambiar cómo somos, cómo funcionan las cosas, la realidad y no la podemos aceptar, a veces, pero debemos hacerlo porque ese mundo pasado y roto, ya no vale, se rompió por ser muy pequeño. Y es que no lo escuchamos, pero nuestra mente está siempre pidiendo a gritos más, algo más complejo, más grande que nosotros mismos y cuando se cansa de gritar, rompe lo que tiene, lo que ya no puede aceptar y te fuerza, obliga y condena a hacer algo. No se debe luchar contra la mente, porque ella no quiere herirnos, sino crecer y con ella crecemos nosotros como personas y en todos los ámbitos. Puede querer más arte y obligarte a ir a un museo, puede querer más poder y hacerte tomarte más en serio tu trabajo para progresar. La mente puede querer todo y quiere todo, pero la mentimos, porque esa es la segunda cosa que sé ahora: el mundo se construye sobre la mentira. Ya sea por lo que aprendemos de pequeños que damos como cierto porque a quienes queremos o respetamos le creemos o lo que nos hacen creen los que nos rodean, la gran mayoría, cuando ya podemos pensar opinar y elegir, siempre dentro de lo que ellos mandan. Todo eso, tarde o temprano, es mentira y las mentiras, como los mundos pequeños, se rompen.

Fingimos no querer más, no querer nada y no se lo damos a nuestra mente, la tratamos realmente mal porque sólo lo hacemos porque nos mentimos, porque no podemos aceptar que hay una mentira en lo que creímos. Nos aferramos al pasado, los recuerdos y las cosas que hasta ahora valían, pero como ya no es cierto, ¿de qué sirven? Esas verdades se quedaron a medias, perdidas, pequeñas, pero no inútiles porque cierto es que durante un tiempo, las quisimos, las creímos, las amamos porque eran nuestras verdades, formaban parte de nosotros. Pero las crisis, están ahí para crear nuevos nosotros.

Tenemos miedo, estamos confusos, comos si estuviésemos en una habitación a oscuras, con todas las cosas antiguas y las nuevas, no vemos, tocamos, nos cortamos porque eso no lo queremos para quien vamos a ser. ¡Ser! De eso se trata, de ser algo que tú elijas y no sólo lo que te hayan dicho o digan, no se debe dejar nada por mirar o inspeccionar, eso no es malo, probar no mata, salvo si pruebas formas de matarte, y es que, ser apasionado, hablar sinceramente o que no te importe no ser perfecto aunque quieras serlo, son cosas que pueden dar mucho miedo, pero eso... es lo que nos enseñaron, lo que dudamos de coger porque nos gusta, pero nos dicen que no debería gustarnos, ¿y por qué no? Quizás porque otros no tienen el valor de tomarlo, de aceptarlo o de aceptarse. "¿Qué quieres ser de mayor?" es una pregunta que nos hacen de niños, que nos podemos hacer a nosotros mismos en cualquier momento, porque en el fondo, nos pasamos la vida tomando decisiones, sobre cómo vestimos, qué comemos, qué haremos en el futuro, pero ¿pensamos cómo hacerlo? Y no, no es cómo llegar a ese sueño, es literalmente "cómo". Y cómo es si queremos hacerlo rápido, sin enterarnos o por el contrario, si eres valiente, te da igual el qué, mientras lo disfrutes.

Nos empeñamos en mentirnos también en eso, en creer aceptarnos y disfrutar, ¿lo hacemos? Hay cientos de personas que aman el baile, pero temen bailar por lo que dirán de ellos, porque sean torpes, porque no tenga la figura de ese/a bailarín/a. Hay quienes aman cocinar o arreglar coches pero les han dicho que eso no es lo que alguien como ellos debe hacer. Hay quienes aman la naturaleza, el campo y los animales, pero les han dicho que deben vestir de traje y estar en una oficina. Despreciamos las cosas que amamos y nos despreciamos a nosotros mismos porque no somos capaces de aceptar esas cosas, de aceptar que somos humanos, con sentimientos, imperfecciones, con vida. Y la pregunta más importante que jamás nos hacemos hasta que ya es tarde y nos arrepentimos es: ¿cómo quiero vivir mi vida?

Vencer el miedo que nos provoca una crisis, la dureza de tener que aceptar que necesitamos algo nuevo y cierto porque estábamos llenos de mentiras, todo ello hace que sea más fácil echarse atrás, olvidar esta pregunta y no volver a mirar. Dejar los sueños en un cajón, tapar los espejos porque no nos gustamos y no volver a mirar en nuestra mente, dejar que los demás la llenen y estará bien, todo estará bien. Qué gran mentira. Porque es, a la larga, no es fácil, porque los sueños se pudren y tú con ellos, porque los espejos se rompen y tu corazón también, porque a veces los tópicos son ciertos, la primera persona que debe amarte eres tú, sino, por más que los demás te lo digan, jamás los creerás, tu familia y amigos te dirán cumplidos y tú pensarás que es por halagarte, que no lo creen del todo, que no eres suficiente porque no eres perfecto, así que sí, si no te quiere tú, ¿quién te va a querer? Todo eso, lo creamos o no, es causa de las mentiras, de los mundos pequeñitos en los que vivimos, pero si tienes la oportunidad de hacer un nuevo mundo, un nuevo tú, ¿cómo lo harás? El cómo da igual, pero quiérelo, quiérete. Porque de nada sirve una vida llena de conformismo, de aceptación de una realidad fea que te corta las alas y lo peor, las ideas, que te convence de no quererte o de no querer a otros. Una vida debe ser vivida.

Decir esto parece fácil, escribirlo es sencillo, darte cuenta de ello también, creer que es cierto, obvio, hacerlo es algo que requiere empezar a contar el tiempo que pasa, que pierdes, que no sueñas, que no haces lo que deseas y que no te deseas. Hacerlo es aceptar que cualquier ser imperfecto ser humano, merece ser feliz, incluso tú. No es algo fácil, requiere de herramientas y de una posibilidad, pero si ya las tuvieses, ¿las echarías a perder? Una vida no debe ser vivida, debe ser disfrutada.

miércoles, 17 de junio de 2015

Si vuelves

Si vuelves quiero que sepas que no esperé que lo hicieras, pero ni siquiera me importa. Tú hiciste el problema, con tus propias manos lo construiste y ya no es mi culpa. Te empeñaste en tus ideas, te viste encerrado por ellas y huiste, no te diré que está mal, ni que es de cobardes, ya sabes que lo es, lo sabías, ¿pero lo sentías? No lo creo. ¿Pensabas en lo mejor? Tal, vez, pero ¿para quién? No oses decirme que pensaste en todos, en el bien común y general, eso no puede existir mientras una sola persona sufra por tus decisiones, y sabes quiénes lo hicieron. La cobardía no está en huir, como lo hiciste, sino en el daño que dejaste atrás y al que no miraste.

Qué tiempos aquellos cuando tus ojos me parecían buenos, ilusionados, sinceros, cuando tú eras tú, y dijiste que quien cambió fue el resto, que la realidad ya no era la realidad que amabas. Pues lo siento, pero la sinceridad me impulsa a hablarte, a escribirte y a decirte lo equivocado que estás al culpar a todos, cuando eres tú el único culpable, el que destrozó sus propios ojos y ahora dice que la realidad es fea, en lugar de aceptar que su cristal, está tan roto como su corazón, espera ¿tienes? Es otra pregunta que a veces me he hecho.

Cuántas palabras dichas, como si importasen, quizás a la nada le importan, quizás la nada se forme de todas las cosas que no se dijeron o de las que se dijeron pero nunca llegaron a ser escuchadas, a importar. Suena muy poético y hace pensar que la nada debe ser un lugar muy triste, que cada lugar que toca se rompe, se destruye, a ti no te destruirá, pero estás lleno de ella, no sientes y lo que tocas lo intentas destruir, o quizás no quieras, pero tampoco me importa. Te culpo y te voy a culpar, sin remordimientos. Las cosas cambian, es un problema a veces, porque te creías que jugabas en las ligas inferiores cuando a tu alrededor te sacaban dos vueltas de ventaja que ni ellos veían, una ventaja silenciosa, disparada en el momento preciso, es algo mortal.

Salvo que aquí nadie muere, tú ya estás muerto y lo que tocaste, manchaste y ensuciaste, destruido. Sinceramente no sé lo que querías, ni me importa ya, no sé lo que fue el pasado para ti, parecías divertirte, pero sé que el final no te gustó tanto y no hay nadie ahí para reescribirlo. No importa, las cosas son como deben ser y se aprende de ellas, porque esto es la vida, hay que avanzar.

domingo, 31 de mayo de 2015

Versos de odio

Odio a la gente aburrida, siempre tienen algo de lo que hablar.
Odio a la gente en contra del progreso, me retrasa.
Odio a la gente interesante, siempre está ocupada.
Odio a la gente que vale la pena, siempre están lejos.
Odio a las personas famosas, me cargan con una gran responsabilidad.
Odio el aire, está por todas partes.

Odio el futuro, proyecta su sombra hasta el ahora.
Odio estudiar historia, siempre se repite.
Odio Internet, me hace querer vivir lejos.
Odio la distancia, porque siempre existe.
Odio la gente que habla sin saber, me hacen perder el tiempo.
Odio la literatura, me hace tener bajas expectativas.

Odio la música, ocupa mi cabeza.
Odio las cosas perdidas, nunca las olvido.
Odio las distracciones, me enseñan lo que de verdad quiero.
Odio las fiestas, hacen que la gente mienta más que de costumbre.
Odio las hormigas, me hacen sentir pequeña.
Odio las noticias, se repiten.

Odio las palabras, me distraen de lo que quiero decir.
Odio lo que desconozco, se esconde.
Odio lo que permanece, nunca se acaba.
Odio lo que ya no está, deja agujeros en la realidad.
Odio lo que ya sé, no puedo volver a aprenderlo.
Odio los calcetines, coartan mi libertad.

Odio los fines de semana, me aburren.
Odio los helados, apagan mis ganas de hacer cosas.
Odio los libros, son lugares mucho mejores para vivir.
Odio los olores, me traen recuerdos.
Odio los recuerdos, ensombrecen el presente.

Odio todo, porque es nada.

A.N.: based in the performance "versos de odio" at CA2M (22nd of May).

domingo, 17 de mayo de 2015

Justifique la respuesta

¿Por qué está vivo? ¿Por qué sigue vivo? ¿Por qué desea vivir? ¿Por qué se mantiene con vida? ¿Por qué bebe? ¿Por qué come? ¿Por qué sueña? ¿Por qué siente? ¿Por qué respira? ¿Por qué sonríe? ¿Por qué se alegra? ¿Por qué llora? ¿Por qué ama? ¿Por qué se esfuerza? ¿Por qué no abandona? ¿Por qué no descansa? ¿Por qué no lo deja? ¿Por qué no se muere? ¿Por qué...?

¿Y por qué no debería seguir haciendo lo que hago y no haciendo lo que no? ¿Qué imposición es esta tan cruel por parte del mundo que me limita en la capacidad de vivir según lo que puedo justificar? ¿Por qué lo mucho que trabaje debe decidir lo mucho que puedo soñar y aspirar? ¿Por qué pretenden hacer creer que lo que tenemos es lo que hay y que no hay nada más allá de ese muro? ¿Por qué debería ceder a la presión que abruma mi pecho, mi mente y mi alma para dejar de ser lo que hago y ser quien soy? ¿Y quién soy? ¿Soy aire? ¿Soy carne? ¿Soy agua? ¿Soy moléculas? ¿Soy yo? ¿Soy tú? ¿Acaso no es esta justificación llena de interrogantes la mejor para semejantes preguntas? ¿Y no lo es el sarcasmo y la ironía frente a las estupideces de la vida? ¿No es el por qué vivimos tan invisible como el por qué morimos o por qué amamos? ¿Y por qué no hacer? ¿Qué sentido tiene en algo que nos es impuesto luchar contra ello hasta el abandono? ¿Acaso creemos que podremos más que nuestros instintos y naturaleza más primaria? ¿Y no tenemos los humanos una segunda naturaleza que va mucho más allá? ¿No es eso lo que nos hace levantarnos cuando creemos que no podemos más? ¿No es eso la vida?

miércoles, 13 de mayo de 2015

No puede ser

Al despertarse aquella mañana miró por la ventana, efectivamente no podía ser. Bueno, mejor podía ser ignorarlo y seguir adelante como cada día, olvidando aquel pequeño detalle que simplemente era imposible. El suelo estaba frío, la habitación helada comparada con la noche anterior y la ropa tirada. ¿Y qué más daba? Igualmente no podía ser. Sus pies descalzos jamás llegarían a tocar en verdad aquel suelo de fría piedra mientras se movía sigilosa a cerrar la ventana antes de dirigirse al cuarto de baño.

Era agradable sentir que allí el suelo siempre estaba más caliente, ¿por qué? Aún no se acordaba de en qué libro leyó la solución, uno de esos de detectives, perfectos para hacer sentir tonto al más listo de los hombres por no poder jugar con la lógica y el ingenio de tal manera, claro que el libro lleva las de ganar siempre, él ya sabe la respuesta y de todas formas, no puede ser. El agua cálida resbalaba aún por su cuerpo cuando la toalla la envolvió, era una agradable sensación sentirse rodeada de aquella calidez, de esas sensaciones. ¿Qué tendría de especial el agua? Había tantas cosas que nombrar, curiosamente eso sí podía ser, pero no el resto. Habría que resignarse y el día continuaba como cualquier otro.

Las pequeñeces del trabajo y las grandezas de las tardes con los amigos se deslizaron lentas, rápidas, ligeras, pesadas y relativas por el tiempo. El tiempo. Ese sí que podía ser tantas y tantas cosas. Le envidiaba, era impasible, inmutable, a él no le importaba nada ni nadie, simplemente llegaba, estaba, se movía, detenía... y todo eso sin ni siquiera vivir, ¿qué era? Injusto, pero por lo menos era...

La calma de la noche llegó. Más ropa sobre el suelo, más frío en los pies hasta llegar a esa nube cubierta de sábanas y cerrar los ojos descansando la cabeza en el regazo de Morfeo, pero este era cruel y aún no quería concederla el sueño, ¿por qué? Porque sí era posible, ella era, pero aún no lo sabía.

martes, 31 de marzo de 2015

Atada

Estaba escribiendo, las palabras salían dulcemente de sus dedos en un ritmo constante, plácido, casi tranquilo pese a la velocidad, era la mente quien se aceleraba, era el pulso quien iba más rápido, eran las pupilas dilatas por escribir palabras que no eran suyas. Notaba las manos atadas, unas finas cadenas, unos lazos alrededor de muñecas y dedos que los movían como si ella fuese una marioneta, una posesión, un objeto, eso era. Con su sonrisa y su buen aspecto, con su cabello rizado y una mirada hecha para encandilar, con sus uñas pintadas... completamente sola mientras escribía y a la vez en ese mismo momento se sabía dominada.

Una apariencia tan dulce en la realidad que se fundía a la perfección con la realidad ocultando que era una máscara, una imagen creada para ocultar, mintiendo, ocultando, dependiendo... A veces parecía absurdo todo ello, pero no con todos, claro que no, la dulzura de sus movimientos perfectamente medidos se vería como una atrocidad de saberse cómo se lograba, la disciplina que lo medía y en cambio parecía tan natural como respirar. Tanto tiempo buscando alguien que lo entendiese y había dado resultado: ahora estaba atada, no siempre literalmente.

La música de siempre sonaba diferente, el Sol brillaba más fuerte, había libertad en esas ataduras, la de empezar a verse como era realmente, la de encontrar un sentido a cosas que durante años había oído, le habían dicho, casi obligado a hacer, ¿para qué? Para nada, jamás se pueden hacer entender a la fuerza esas cosas, sino que ha de ser alguien, sin saberlo o a sabiendas callando el tema directamente quien sepa tocar las notas adecuadas para dar comienzo a la nueva pieza del baile, mover las partes exactas, obligar a no más de lo necesario y no conceder todo el placer deseado, provocar, dar, quitar... Controlar la mente a través del cuerpo y el cuerpo a través de la mente con simples palabras, susurros, hasta el punto de que cuando se escriba se olvide lo que se dice, se sienta y se sepa que eso no es de uno, sino compartido, escuchado levemente en la noche en un murmurllo, reflejado como metáfora de una realidad metafórica, plagada de opuestos que se equilibran con majestuosidad.

Así ella acabó divagando entre muchas cosas, sin detener jamás el lento pulsar, el sonido de la escritura, de la mente, del cuerpo... con unas breves palabras al final, con una idea general grabada a fuego, dicha por el aire y en cada movimiento: "estoy atada, soy suya."

lunes, 30 de marzo de 2015

Libertad

Nos hicieron creer que éramos libres por poder elegir ciertas cosas, por poder hablar, por poder votar, por poder expresarnos, por poder tantas cosas que al final, en algún punto, todos pensamos que en verdad no es nada, no es útil. Papeles que nos dan para escribir lo que pensamos, deseamos y luego destruirlos, seguir como si nada hubiese pasado, avanzando por la lenta corriente de la vida con el final esperado, aburrido, monótono. Llevamos cadenas, todos, cada día, en cada segundo, que nos llevan al trabajo, a estudiar, a buscar algo que hacer, porque nos queremos distraer, porque la sociedad impone, porque por dentro sabemos que en verdad no somos libres.

Cicerón dijo: "somos servidores de la ley para poder ser libres". ¿Y qué somos con ellas? Esclavos de las mismas, aceptamos cumplir ciertas cosas a cambio de otras y la libertad de uno acaba donde empieza la de otro, ¿hay entonces libertad si esta no es total? ¿Sería posible de ser así? Como si me importase. Leonid S. Sukhorukov dijo: "libertad es la ilusión de una mente encarcelada" y si ya estamos todos encarcelados, al menos voy a elegir mi ilusión, lo que es la vida porque alguien también dijo que nacemos solos y morimos solos, lo demás es una ilusión. En esa ilusión reside nuestra libertad, en ese poder soñar, en ese cree en las cosas, en lo que llamamos libertad cuando gritamos "soy libre" agitando las cadenas.

Elijamos a quién le damos las cadenas para que nos eleven o nos pongan de rodillas, para que nos quemen hasta hacernos sentir inútiles o nos muestren como la cosa más valiosa del mundo. Subir, bajar, tocar el cielo viviendo en el suelo y existir cuando leemos las palabras adecuadas, las que nos susurran la vida, ideas... Dando el control recibimos la libertad, es curioso como se entiende tan fácilmente en la vida pero en otras cosas la gente jamás lo aceptará. Al menos yo tengo libertad.

"El más libre de todos los hombres es aquel que puede ser libre dentro de la esclavitud"
- François Fénelon.

viernes, 9 de enero de 2015

Leyéndote escribir

Sin ser tan fácil de lograr como robar una carta y pudiendo ser detenido, ¿qué mayor placer hay que alguien se muestre tan abierto que te permita ver crear? La delicia de ver el trazo, las pulsaciones, la forma en la que la mente trabaja y el alma se muestra abierta por una vez, es en este momento, en el que escribes, en el que te leo. Atesorar este momento sería un delicia, pero es una imposible, además ¿qué sentido tiene poseer un momento si sólo tiene sentido cuando es vivido? No, no voy a recordar cómo dabas forma a lo invisible, cómo pintabas con palabras los rostros, las acciones, los paisajes, cómo la acción fluía por tu mente, cuerpo y alma así como a la vez se desarrollaba en el papel y te movías al compás, como el músico que acompaña a la melodía con un suave vaivén que le susurra qué teclas tocar.

Así, exactamente así eres tú cuando te veo escribir y qué vista más hermosa. Como las briznas de hierba que se mueven al viento pareces moverte con las palabras, bailando con ellas en una lenta danza, dulce, calmada o pasional, según la situación, ¿qué importa si es la danza más bella y perfecta del mundo? La de un Creador o Creadora con su obra, una obra agradecida si se deja escribir, una buena obra si se deja leer, una obra que valga la pena si hace pensar y te deja una marca, si se funde con tu ser como formaba parte del autor antes de dejar esa tinta de sus venas en el papel.

Tinta, eso es lo que corre por tus venas, ¿verdad escritor? Tú que creas dejando parte de ti allá donde vas y sueñas y deseas ser recordado gracias a tus textos, para no morir, para ser eterno como esos ilustres que te inspiraron y conmovieron tu alma hasta postrarte ante las letras y puede que su estudio ni siquiera te guste, ¿y qué? Si firmar un pacto con el Diablo fuese necesario para hacer lo que haces, ¿acaso no lo harías? Entender tus letras es sueño compartido por quienes como yo te leen, te ven cuando creas porque ser como tú desean, y quizás por ti mismo que ni aún siendo creador entiendes cómo se hace un trabajo tan cuestionado, como si no importase.

El trazo va cada vez más lento cuando estás acabando, las pulsaciones descienden, estás acabando y no quieres, yo te entiendo, tampoco quiero que acabes, quiero seguir viéndote un rato más, ver esa belleza, es ternura con la que has dado forma a una historia tan hermosa, porque para ti lo es y eso ya me es suficiente, que escribas para ti y que el público ya vendrá, pues si no te agradas a ti mismo, ¿a quién le va a agradar? Supongo que estas palabras mías eran sólo para alargar tu fin, no quería dejarte ir, pero quizás así, mañana también estás ahí y pueda leerte escribir.

martes, 6 de enero de 2015

Lecciones

Durante todo un tiempo, no importa cual, sólo coger un tiempo, vivimos, aprendemos, pensamos, negamos, renegamos, porque no deseamos sentir algo de nuevo, nos conocemos un poco más a nosotros mismos, lloramos, reímos, vemos que nos equivocamos, sentimos lo que no queríamos, aquello que habíamos negado ahora lo aceptamos y por si fuera poco con una sonrisa, las lecciones eran incorrectas, hemos cambiado y que aprendimos de nosotros ya no sirve, eres una persona nueva o no, eres la misma, pero deseas otras cosas, el villano que ayer fue hoy ya ha demostrado ser un héroe, el héroe se ha cansado, ya no quiero luchar y se merece descansar, ha dejado sus alas, ya no desea volar o a lo mejor se ha dormido en el cielo, acariciado por la suave brisa, esa que siempre fue su dulce compañera invisible, que le seguía a donde iba, que le quería aunque no estuviese allí realmente, pues no existe.

Todo cambia y un día creemos saber la verdad de la vida, de nuestra vida, cuando al siguiente estamos perdidos, atemorizados... Qué seres somos si cambiamos más del agua, nos adaptamos, sí, quizás demasiado, quizás no, ¿qué importa eso? ¿Qué importa nada? Incluso cada una de las palabras aquí escritas si en este tiempo que hemos vivido ya ha pasado todo lo descrito y más. La vida, eso sí que es complicado, eso sí que es bello, terrible, es todo y a la vez nada, un suspiro, quizás incluso una ilusión como otras tantas cosas y si, todo es una ilusión, porque la vida lo es, ¿qué sentido tiene? Bueno, al menos esa pregunta se deja responder, porque todo aquello que vivimos... nadie nos lo podrá quitar jamás, podrán intentarlo, quizás lo harán, ¿y qué? Mientras nosotros no cedamos, mientras nos atemos a los recuerdos y a las personas, mientras seamos humanos, ¿quién tendrá el valor de quitarnos nuestra esencia?

Por eso somos lo que somos, incumplimos lo que nos negamos, porque lo necesitamos, como necesitamos vivir porque somos así, humanos, con necesidades, básicas o quizás no tanto. Seguimos viviendo, seguimos aprendiendo lecciones.