"Hay tantas y tantas cosas que hacemos por primera vez... tantas como las que haces por última vez, queramos o no. No es nuestra elección. Creemos tener el control de todo por el mero hecho de que controlamos el momento en el que ocurre o deja de ocurrir, sabemos que no de todo, pero aún así como de la mayoría de cosas lo hacemos ya lo demos por válido, porque no hablamos de cosas como medicina, de la que depende nuestra vida y no nos vale que un medicamento sea casi fiable, o de matemáticas, que son las reinas de la exactitud. ¿De qué hablamos? Porque no dejamos de hacerlo y ni entendemos lo que hacemos, decimos, pensamos, opinamos, nos limitamos a lanzarlo como si fuese una pelota que esperamos que el otro atrape y entienda. Hablamos de nuestras vidas, de nosotros mismos.
La relatividad se hace presente en todo una vez no lanzas la pelota, sino que calculas como tirarla. Porque el momento en el que nacemos no lo decidimos, ni cuando hablamos, ni cuando empezamos a comer algo más sólido que un puré, aunque lo deciden otros y eso también nos afectará, pero dejemos a los otros y esperemos que también sepan que esto tiene repercusión, ahora estamos hablando tú y yo y quiero que el lanzamiento que va directo y claro a ti no se convierta en una pelota dando saltos aleatorios en tu cabeza, ¿entiendes?
Parece una tontería, pero cualquier primera vez es tan relevante como la última, siempre que sea tu decisión, en cambio las primeras nos parecen más determinantes porque de ahí surgirá cómo seremos más adelante, somos el reflejo de como fueron con nosotros y como fuimos, cómo nos tratamos a nosotros mismos además de cómo nos trataron, pero es más fácil culpar a los demás. Pobres demás, bueno no. Vayamos a lo importante, las últimas veces, como cuando decides dejar de fumar, de beber, de comer tanto o tan poco, de salir tanto o tan poco, de ver tal programa, de leer a tal persona, ¿por qué? Porque asumimos que es malo, que ya no nos satisface y eso está muy bien, ¿pero y lo agradable que era ese cigarro? Ahora lo extrañas, pero sabes que te morirás antes si lo enciendes, ¿por qué en cambio no sabemos que seremos terriblemente infelices hablando con algunas personas o haciendo determinadas cosas? No es porque no creamos que la vida valga lo suficiente como para eso, sí lo creemos, pero eso no parece tan mortal, pero eso puede cambiar. Las personas cambian. Esa frase es... posiblemente de las cosas más relativas que hay, precisamente por qué cosas hizo por primera vez y cuando, por lo que hicieron los que rodeaban a esa persona, cuándo, por qué, cómo y en qué momento sobretodo por primera vez, porque es la que no olvidamos, el resto son añadidos al primer recuerdo, como una base que se modifica añadiendo, poniendo excepciones, etc.
La verdad es que no todas las personas cambian tanto o cuando nos gustaría, algunas ni siquiera lo hacen y otras... simplemente no ha llegado su primera vez y les cuesta más de lo normal, pero no importa, no hay que alarmarse, porque para eso, cambiamos nosotros, porque por eso... están las últimas veces.
Y perdonen la disertación filosófica, pero bueno, tenía que hacerlo por primera vez, ¿no? Puede que les haya cogido por sorpresa, pero no veía un momento mejor"
Y dicho eso, mi mejor amigo se separó del atril frente a mi ataúd. Nadie le entendió. Nadie vivo, al menos, porque yo sabía que hablaba para mí, que ese era su último adiós, el que no pudo darme la última vez que nos vimos... Aquella fue la última vez que le vi, no sé cómo ni por qué, quizás porque no podía sumirme en la nada sin despedirme de él la última vez.
Que gran verdad.
ResponderEliminarSoy Evan