Será que el tiempo es caprichoso y le gusta jugar con los humanos, como aquella canción francesa que decía que sólo somos juguetes del destino y que estamos totalmente solos, y por eso digo que será que necesitamos un día para arreglar otro, aunque podemos acortar el tiempo de los años en meses, porque las lecciones necesita un mínimo, pero solemos negarlo, porque la vida nos ata, el reloj nos tira y arrastra...
Dejemos los desvaríos un segundo, antes de que reloj me arrastre de nuevo y no pueda terminar de hablar, de que esto es porque nunca entendemos lo que la vida dice, conocemos tantas lenguas pero no la más básica, la que no necesita palabras, la que es un latido, la que es un aleteo antes de un huracán... Y así es como habla la vida, por eso cuando la oímos es tarde y morimos, quizás ese sea su secreto, da igual ahora, ese no es el tema y de nuevo el reloj me llama. Cuando más nos grita menos escuchamos, nos volvemos locos por lo que oímos y no lo entendemos mientras hacemos oídos sordos a los susurros a la espalda que son peores que dagas.
¿Qué digo con esto? Que desoímos a nuestra cabeza, no la entendemos cuando creemos que nos ataca y sólo trata de enseñarnos algo más, un paso nuevo, va por delante de nosotros, pero no la vemos, nosotros corremos y ella más, es la sombra que no nos abandona ni en la noche, somos nosotros y la vez no nos entendemos, somos únicos, somos diferentes hasta de lo que pensamos, por eso no oímos que no nos grita para asustarnos, ni siquiera grita, somos nosotros los que lo pensamos, porque lo que nos da miedo es lo que trata de enseñarnos, que lo se somos es por lo que fuimos y seremos, aunque eso nos asuste, pero vencemos.
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