Conocía a la perfección el sentimiento, todos los días desde que le conoció parecían haber transcurrido de la misma manera, viéndole... Aunque eso significara acallar todo lo que sentía, sentarse y suspirar por dentro perdida en sus ojos, en su cabello, en su sonrisa, pero no podía arriesgarse a nada más, aunque tuviese la posibilidad de que todo saliese bien, una gran posibilidad... Pero de eso hacía ya años, ¿de qué servía volver a pensar en aquellas deliciosas tardes de verano antes de su particular infierno de vida y de olvidarlo? Quizás por saber que en el pasado sintió algo antes de todo y que podría volver a hacerlo.
Dejaba vagar sus manos por el piano con suma suavidad, no necesitaba, ver, el corazón la guiaba y mecía en sus habitación, cansada, destrozada, quizás, pero eso era signo de que estaba viva, al igual que el hecho de recordar los viejos tiempos con él... tanto que no pudo detenerse más y le escribió una carta, la más bella jamás escrita por su mano, ni siquiera a un Dios se había dedicado tales palabras y aunque su destino fue el fuego siempre quedan fragmentos de historias dignos de ser salvados:
"¿Aún me recuerdas? Antaño no había sol de verano capaz de separarnos por más de unas horas, a veces ni siquiera eso, pero todo cambia, ¿no? Aunque de verdad espero que tú no lo hayas hecho, nunca te lo dije, pero siempre has sido mi único y verdadero caballero..."
Durante un tiempo fue arduo recomponer aquellas emociones, palabras que un tiempo atrás bailar suaves sobre una pluma y que eran encontradas en los lugares menos esperados de aquella casa abandonada que tiempo atrás fue el hogar de una historia tan maravillosa. Quizás de aquellos que ya están muertos, pero no sus palabras:
"Recuerdo pocas cosas de cuando tenía aquella edad, tú no eras mucho mayor que yo, pero si recuerdas algo de mí espero que sean aquellas veces en las que aún de forma inconsciente me sentí como alguien especial de verdad por primera vez. Aquellas en las que daba igual quien fuese, dragón, caballero amigo o enemigo, no consentías una falta de respeto, o en las que de forma más tranquila y amena me enseñabas, jugábamos o no te querías separar de mí porque decías que te gustaba acariciar mi cabello, entonces no te lo dije, pero no había mayor placer en la Tierra para mí que quedarme ahí quieta, sintiendo tus dedos pasar suavemente entre mis mechones castaños"
Una postura delicada expresar todo eso a la nada, palabras susurradas a un fantasma, una carta nunca enviada o recibida por un muerto. Un acto así, surgido de un momento tan delicado y doloroso como suave y placentero, mecida por el viento en una sala totalmente cerrada, bailando sin mover más que una mano, rozando la seda y a la vez no era más que una mala tela, sumergida en un deseo que no fue expresado a tiempo:
"Y quizás, sólo quizás recuerdes aquella vez en la que fui a llamarte, como de costumbre, pero de una forma mucho más extraña, saliendo de casa en silencio, con mi único y preferido vestido, con mis zapatos brillantes, con el mejor peinado que podían dar mis manos y la desesperación... sí, sin duda lo notaste y lo recuerdas, porque lo vi en tus ojos, porque por eso jamás pude decir la frase que estaba destinada a quedar en el olvido. O quizás no lo hice porque, ¿qué más me daría aquello si te veía cada día? Lástima que el tiempo siempre fuese tan cruel conmigo..."
Ningún trozo más de aquella historia pudo ser recuperado y hay quien prefiere las historias sin final, en las que una puede soñar e imaginar lo que prefiera, que se encontraron después, fueron felices y se casaron o no, por desgracia para esas personas en esta ocasión sí hay un final:
"Al último de los verdaderos caballeros:
Sé que jamás leíste mi carta como no leerás esta, pero si aún hay un acto de rebeldía que puedo cometer contra el destino es negarme a dejar en el aire aquellas palabras, las que podrían haberme salvado de la locura que viví después, porque nunca me hicieron la pregunta adecuada, ¿y si no pudiera verte?
Ahora entiendo a todos esos que dicen que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero quizás era una lección que aprender así, quizás en un mundo paralelo me atreví a decirlo y tuvimos que enfrentarnos al mundo entero los dos juntos, hay tantas cosas que ya he aceptado que no sabré... Por algo tan tonto, por dos simples palabras... pero ahora es tarde como para lamentarme por aquello, elegimos un camino con cada decisión que hacemos, hice la mía y quizás de vivir de nuevo cambiaría todo o recorrería el mismo camino si es que así estaba escrito.
Lo que los sabios no nos dicen es aquello que aprendemos y es a de verdad saber hacernos las preguntas necesarias, que no son aquellas que nos dan más información, sino las que de verdad nos hacen enfrentarnos al mundo, ver todas las opciones y lanzarnos. Al perder ganamos, pero no dejaré que el tiempo y el silencio se queden con aquellas palabras que ahora creo que debí decirte sólo a ti, aunque siga siendo tan difícil como aquella vez, quizás lo fu porque no debía decirlo, pero eso no importa ahora, porque ya no voy a saltar a ningún lado y me dará igual no escuchar jamás una respuesta, durante todo este tiempo la he tenido en mis recuerdos y ha sido suficiente, pero no quiero que pase un segundo más sin decirte la verdad:
Te quiero"
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