jueves, 18 de septiembre de 2014

All of me

Miró hacia sus manos, con nerviosismo, inocencia y en verdad no tenía nada que hacer, nada que decir, nada que poseer, absolutamente nada por un segundo, sólo el silencio o ni siquiera él. Y después vino la tormenta. Tantas palabras luchando por salir a la vez, tantas que huían por no querer hacerlo y ni siquiera ella sabía si era porque no se atrevía, quería o podía o quizás, sólo quizás, fuese porque el destino no lo había predispuesto así, pero no era el final, sino el comienzo.

¿Llorar? Quizás quisiera hacerlo por la sensación que provocaba en ella una sensación tan bella que la había tenido sumida en las nubes durante todo el día, haciendo que hasta las peores cosas pasasen volando, pintando una sonrisa en su rostro incluso bajo presión, porque no había nada que la pudiese derrotar en ese momento, absolutamente nada por una vez y aquella era la mejor sensación del mundo, mejor que estar en la cresta de la ola o en la cima del mundo, mejor que ser hija de reinas y reyes, de Dioses y hechiceras, de la vida o la imaginación. Era un pedazo de paz en el infierno. 

¿Y qué hubiese hecho sin sus pequeños gestos de luz? Sin que alguien la sacase de golpe cuando últimamente se iba a ahogar, quizás no hubiese arreglado nada, de hecho sólo había corrido una cortina a todo lo malo y eso era algo que todo lo bueno amaba tanto como para entregarse por completo, de principio a fin, como una forma de sonreír incluso en la derrota, de principio a fin, algo que no se cansaría de sentir. El cosquilleo, la piel de gallina sin que ningún monstruo fuese el culpable, simplemente un trozo de cielo.

Trataba de pensar que era algo más, un trabajo, una tarea, pero cuando se da un pedazo de alguien parece que se llevará todo quieras o no, ¿y te devolverá algo? No se sabe, pero si se sabe que si por un segundo valió la pena, podrás tocar el cielo sin saltar, sin moverte, porque es un momento demasiado hermoso para ser real o descrito, porque parece de un cuento cuando los cuentos no son reales pero salió de uno.

La tinta jamás se acabaría, pero las palabras no lograrían salir con sentido, bailaban por la mente junto con las notas de aquella canción olvidada que de golpe parecía tener todo el sentido del que carecía el mundo, como si una luz lo hubiese iluminado. No todo era tan perfecto, había tensión, nervios y dudas, pero por ese segundo y tantos otros, recordando o imaginando, el mundo pareció perfecto ante sus ojos.