viernes, 26 de diciembre de 2014

El fin

Y cuando ya no tenía el control, ni de lo que pensaba, ni de lo que sentía, ni de lo que desea, odiaba, anhelaba, cuando la anulación como persona se hizo real, patente y presente, en el momento en el que ser no tenía sentido porque no se podía decir quien se era más que por lo que se quería que se fuera o esperaba ser, siendo la confusión el medio de difusión y la muerte la terminación, ¿qué mejor momento, como iba diciendo, para volver a empezar?

Si todo se viese arruinado hasta que ni las plantas de las Iglesias permaneciesen, si así nada tuviese sentido, principio o fin, lugar, tiempo, momento o cualidad alguna, si todo se definiese por ser o no ser, por lo que va a ser ahora que no es, ¿qué otra cosa se podría hacer que darle la forma que siempre se deseó? Siendo esta un milagro cuando nada queda es eso lo que se hace presente, lo que hace rezar incluso al no creyente, eso que tan comúnmente llamamos desesperación, cuando en verdad no tenemos la menor noción de toda su implicación.

Son breves los párrafos y no por agilizar la lectura, sino porque es todo parte de un sin sentido que en conjunto leído podría decirle algo a alguien, hacerle pensar, ver el final, que no es sino el principio, pero volvamos al tema tras este desvío. Eso es lo que hace la vida, nos lleva por diferentes caminos, río, carretera, cada cual con la metáfora que quiera, el caso es tener un principio y un fin, además de principios para los fines, si bien es cierto que en ocasiones daremos con gente que no tenga principios, sólo fines o al contrario, principios sin un fin, lo cual es incluso más inútil de lo que se puede parecer.

De nuevo en el camino, donde todo estaba perdido y sólo quedaban las odiosas palabras que se creen con derecho de decirnos qué es lo mejor, qué debería ser, qué, qué y qué, si por un segundo el silencio nos disculpa y no disfrutamos de él, sigamos andando. Observando el paisaje más desierto que el desierto literal, jamás entenderé por qué se le llama desierto a algo vacío cuando el desierto está lleno, pero bueno, eso no nos atañe, no nos importa.

La realidad es que al igual que la desesperación nos hace ver fantasmas, ese rostro ya no conocido sino deseado de la forma más pura y grande que se pueda pensar, que al segundo que estaba ya ha dejado de estar, que hoy fue presente y ayer ya pasado (y esto debo decir que creo haberlo tomado prestado), al igual que eso este final está y no está, es sin ser, acaba al empezar. Porque desde el principio tiene un fallo, y es que algo está mal para tener tal final, tal desesperación y si algo no está bien, es que simplemente, no es el fin.