sábado, 15 de octubre de 2016

Nueva entrada

Las cosas nuevas nos aterran, y lo hacen por una buena razón. No las conocemos y no estamos preparados, es ese miedo el que nos permite tomarnos el tiempo necesario para crear una estrategia. El miedo frena el tiempo, o bien acelera nuestras mentes, cuando no sabemos nada nos hace dar nuestro máximo esfuerzo a nosotros mismos. Creemos que es malo, pero sólo nos intenta ayudar a su manera, a veces no la comprendemos, por ello es complicado.

Es un camino que no vemos, no porque no veamos, sino que no lo conocemos, no podemos saber lo que habrá después. El tiempo dibuja esas líneas que la vista no alcanza, nos hace confiar, esperamos que no sea en vano y que donde pisamos exista un camino de verdad y no una mera ilusión. Nos abrimos, nos relajamos, dejamos de temer porque ahora conocemos.

Nos dejamos llevar por el camino, nos deslizamos, flotamos y hasta cuando caemos, a veces lo hacemos de una forma casi placentera. Disfrutamos de la caída, lentamente, como si fuese un sueño en el que volamos y no caemos, después de todo, ¿cuál es la diferencia? ¿El destino?

2 comentarios: