miércoles, 1 de julio de 2015

Lo que sé ahora

A veces perdemos la cuenta del tiempo que ha pasado, de los días es lo normal en verano, de las semanas cuando trabajamos, pero de lo años perdemos la cuenta toda la vida, incluso aunque los contemos uno por uno y los celebremos. No es que contar no sea lo nuestro, el motivo por el que nos olvidamos de estas cosas es desconocido y la verdad, ¿acaso importa? Si no fuese porque nos olvidamos de los años, porque creemos que estamos atrapados en una rueda que gira con su rutina y monotonía jamás podríamos disfrutar y apreciar algo nuevo, jamás tendríamos crisis personales. Y eso es lo que sé ahora, que la vida es ir de una crisis a otra. Nos movemos dentro de una constante, de lo que nos dicen que debemos hacer, de pequeños nuestros padres, de mayores la sociedad. ¿Alguna vez hacemos lo que queremos? Dentro de unos límites por supuesto, pero ¿qué es lo que pasa si cuando lo que nos enseñaron de golpe parece roto, confuso, incierto y una nueva realidad se abre frente a nosotros? Ahí tenemos, una crisis, la ruptura entre la realidad pasada y una nueva, y no son tiempos que se deban temer, sino abraza y aceptar porque tan sólo son la oportunidad de hacer algo, de cambiar algo y de ir a mejor.

Nos asustamos porque a nadie le gustan los cambios, no queremos cambiar cómo somos, cómo funcionan las cosas, la realidad y no la podemos aceptar, a veces, pero debemos hacerlo porque ese mundo pasado y roto, ya no vale, se rompió por ser muy pequeño. Y es que no lo escuchamos, pero nuestra mente está siempre pidiendo a gritos más, algo más complejo, más grande que nosotros mismos y cuando se cansa de gritar, rompe lo que tiene, lo que ya no puede aceptar y te fuerza, obliga y condena a hacer algo. No se debe luchar contra la mente, porque ella no quiere herirnos, sino crecer y con ella crecemos nosotros como personas y en todos los ámbitos. Puede querer más arte y obligarte a ir a un museo, puede querer más poder y hacerte tomarte más en serio tu trabajo para progresar. La mente puede querer todo y quiere todo, pero la mentimos, porque esa es la segunda cosa que sé ahora: el mundo se construye sobre la mentira. Ya sea por lo que aprendemos de pequeños que damos como cierto porque a quienes queremos o respetamos le creemos o lo que nos hacen creen los que nos rodean, la gran mayoría, cuando ya podemos pensar opinar y elegir, siempre dentro de lo que ellos mandan. Todo eso, tarde o temprano, es mentira y las mentiras, como los mundos pequeños, se rompen.

Fingimos no querer más, no querer nada y no se lo damos a nuestra mente, la tratamos realmente mal porque sólo lo hacemos porque nos mentimos, porque no podemos aceptar que hay una mentira en lo que creímos. Nos aferramos al pasado, los recuerdos y las cosas que hasta ahora valían, pero como ya no es cierto, ¿de qué sirven? Esas verdades se quedaron a medias, perdidas, pequeñas, pero no inútiles porque cierto es que durante un tiempo, las quisimos, las creímos, las amamos porque eran nuestras verdades, formaban parte de nosotros. Pero las crisis, están ahí para crear nuevos nosotros.

Tenemos miedo, estamos confusos, comos si estuviésemos en una habitación a oscuras, con todas las cosas antiguas y las nuevas, no vemos, tocamos, nos cortamos porque eso no lo queremos para quien vamos a ser. ¡Ser! De eso se trata, de ser algo que tú elijas y no sólo lo que te hayan dicho o digan, no se debe dejar nada por mirar o inspeccionar, eso no es malo, probar no mata, salvo si pruebas formas de matarte, y es que, ser apasionado, hablar sinceramente o que no te importe no ser perfecto aunque quieras serlo, son cosas que pueden dar mucho miedo, pero eso... es lo que nos enseñaron, lo que dudamos de coger porque nos gusta, pero nos dicen que no debería gustarnos, ¿y por qué no? Quizás porque otros no tienen el valor de tomarlo, de aceptarlo o de aceptarse. "¿Qué quieres ser de mayor?" es una pregunta que nos hacen de niños, que nos podemos hacer a nosotros mismos en cualquier momento, porque en el fondo, nos pasamos la vida tomando decisiones, sobre cómo vestimos, qué comemos, qué haremos en el futuro, pero ¿pensamos cómo hacerlo? Y no, no es cómo llegar a ese sueño, es literalmente "cómo". Y cómo es si queremos hacerlo rápido, sin enterarnos o por el contrario, si eres valiente, te da igual el qué, mientras lo disfrutes.

Nos empeñamos en mentirnos también en eso, en creer aceptarnos y disfrutar, ¿lo hacemos? Hay cientos de personas que aman el baile, pero temen bailar por lo que dirán de ellos, porque sean torpes, porque no tenga la figura de ese/a bailarín/a. Hay quienes aman cocinar o arreglar coches pero les han dicho que eso no es lo que alguien como ellos debe hacer. Hay quienes aman la naturaleza, el campo y los animales, pero les han dicho que deben vestir de traje y estar en una oficina. Despreciamos las cosas que amamos y nos despreciamos a nosotros mismos porque no somos capaces de aceptar esas cosas, de aceptar que somos humanos, con sentimientos, imperfecciones, con vida. Y la pregunta más importante que jamás nos hacemos hasta que ya es tarde y nos arrepentimos es: ¿cómo quiero vivir mi vida?

Vencer el miedo que nos provoca una crisis, la dureza de tener que aceptar que necesitamos algo nuevo y cierto porque estábamos llenos de mentiras, todo ello hace que sea más fácil echarse atrás, olvidar esta pregunta y no volver a mirar. Dejar los sueños en un cajón, tapar los espejos porque no nos gustamos y no volver a mirar en nuestra mente, dejar que los demás la llenen y estará bien, todo estará bien. Qué gran mentira. Porque es, a la larga, no es fácil, porque los sueños se pudren y tú con ellos, porque los espejos se rompen y tu corazón también, porque a veces los tópicos son ciertos, la primera persona que debe amarte eres tú, sino, por más que los demás te lo digan, jamás los creerás, tu familia y amigos te dirán cumplidos y tú pensarás que es por halagarte, que no lo creen del todo, que no eres suficiente porque no eres perfecto, así que sí, si no te quiere tú, ¿quién te va a querer? Todo eso, lo creamos o no, es causa de las mentiras, de los mundos pequeñitos en los que vivimos, pero si tienes la oportunidad de hacer un nuevo mundo, un nuevo tú, ¿cómo lo harás? El cómo da igual, pero quiérelo, quiérete. Porque de nada sirve una vida llena de conformismo, de aceptación de una realidad fea que te corta las alas y lo peor, las ideas, que te convence de no quererte o de no querer a otros. Una vida debe ser vivida.

Decir esto parece fácil, escribirlo es sencillo, darte cuenta de ello también, creer que es cierto, obvio, hacerlo es algo que requiere empezar a contar el tiempo que pasa, que pierdes, que no sueñas, que no haces lo que deseas y que no te deseas. Hacerlo es aceptar que cualquier ser imperfecto ser humano, merece ser feliz, incluso tú. No es algo fácil, requiere de herramientas y de una posibilidad, pero si ya las tuvieses, ¿las echarías a perder? Una vida no debe ser vivida, debe ser disfrutada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario